Los confusos acontecimientos de la Revolución rusa de 1917 y la
guerra civil que estalló a continuación entre los bolcheviques y sus
enemigos, el ejército blanco, han dado origen a más leyendas sobre
tesoros perdidos que ningún otro capítulo de la historia del siglo xx.
Los miles de aristócratas y prósperos comerciantes que huyeron al
extranjero se llevaron cuantas riquezas pudieron y muchos de ellos
aseguraban que habían dejado fortunas escondidas en su país ante la
posibilidad de que pudieran regresar más adelante. En Rusia, los
ejércitos de ambos bandos y los temibles bandidos de Siberia, que no
rendían lealtad a nadie, saquearon las casas, los bancos, las tiendas y
demás edificios abandonados y se apoderaron de cuanto cayó en sus manos.
En el caso de los dos ejércitos, necesitaban estas riquezas para
mantenerse durante la guerra; en el caso de los bandidos, su única
motivación era la codicia.
Hay que tratar la mayoría de estas
leyendas con suma precaución. Entre los emigrados, arrojados a la fuerza
de sus cómodas casas, fueron muchos los que inventaron cuentos sobre
las riquezas que habían abandonado en su país con la esperanza de
embaucar a los crédulos y avariciosos para que les prestaran ayuda. Sin
embargo, hay numerosas pruebas que demuestran la existencia del más
fabuloso de todos los tesoros y al menos una posibilidad razonable de
que una parte del mismo siga oculto en algún lugar. Este secreto aún no
ha sido revelado.